(English below)
Nuestra mente es increíblemente poderosa, es una parte que muchas veces me gusta comparar con un motor de carro: unos con más aceleración que otros, y si no sabemos manejarlo correctamente, nos puede llevar muy rápido.
Nuestra mente es increíblemente poderosa, es una parte que muchas veces me gusta comparar con un motor de carro: unos con más aceleración que otros, y si no sabemos manejarlo correctamente, nos puede llevar muy rápido.
Sin embargo hoy, se me presentó la imagen de un perro
amarrado. Vi un Rottweiler ladrando y ladrando sin parar, jalando de la cadena
que lo sostenía; y cómo le tiramos un pedazo de carne de vez en cuando para que
se calle, para tener unos minutos de paz y silencio.
Me vino esa metáfora cuando estaba escuchando a alguien
pedirme repetidamente que le diera una razón, la lógica para poder entender
algo; y en algunos momentos lo he hecho, trato de amoldar la respuesta de una
manera que la mente entienda y se quede tranquila; pero hoy sentí: si sigo
dándole carne a esta criatura, va a ser una solución, pero no es sostenible.
Y todos nos hemos encontrado es esos momentos donde la mente
no nos deja tranquilos, ladra y ladra por horas, nos aturde y terminamos
drenados y enojados contra ella. Entre más le gritamos al perro que se calle,
más va a ladrar, y lanzarle de vez en cuando pedazos de razón y lógica ayuda,
pero no para siempre.
Una de las frases que marcó un cambio en mi practica
meditativa, fue escuchar que la mente nunca va a para de pensar, por qué? Por que
es su naturaleza, es para lo que está hecha; y lo hace bien, pero nosotros
hemos sido malos “dueños” y la hemos dejado abandonada y sin entrenamiento, por
lo tanto, ha aprendido a ladrar y ladrar sin parar, especialmente cuando hay
ansiedad y una sensación que debo estar siempre alerta y a la defensiva, como
ese pobre Rottweiler.
Cómo domar esa bestia entonces? El primer paso siempre es la
compasión, así como aplicamos amor a todas nuestras partes. Un perro que ladra
y quiere atacar(nos) es porque en el fondo siente miedo. Tal vez fue atacado en
el pasado, tal vez siente que en cualquier momento lo van a volver a atacar, y
además, su actual dueño lo mantiene siempre amarrado y sólo le tira un bocado
de vez en cuando para callarlo. Cómo va a estar tranquilo ese perro? Aquí es
donde la compasión entra, tratar de entender de dónde viene ese miedo que
provoca la insistencia de los pensamientos, ver más allá hasta llegar a ese
dolor; y desde ahí comenzar a amar a ese pobre perro.
Una vez logrado este paso, podemos ir estableciendo la
confianza, sí, la confianza hacia nuestra propia mente, y que ésta a su vez
empiece a confiar en nosotros. Un perro también puede ser protección, guía,
compañía, y sus ladridos en momentos correctos, pueden ser de mucha ayuda. De
igual manera nuestra mente es una gran herramienta que puede llevarnos muy
lejos como ese motor del que hablé al inicio, pero sin el entrenamiento
correcto no será más que una tortura tanto para el dueño, como para el cansado
animal.
Cuando ya hayamos ganado su confianza, podremos acercarnos y
tocar el perro, empezar a adiestrarlo para que camine a nuestro lado, en vez de
jalar siempre de la correa, para que se siente y se acueste en calma mientras
trabajamos o meditamos; y por supuesto, nos alerte cunado algo anda mal.
No hay por qué pelearnos con nuestra mente-Rottweiler, sólo
debemos entenderla y confiar en su propósito. Si logramos hacer esto tendremos
un amigo leal para toda la vida.
Our mind is incredibly powerful, it is a part that I often like to compare with a car engine: some with more acceleration than others, and if we do not know how to handle it correctly, it can take us very fast.
However today, I was presented with the image of a tethered dog. I saw a Rottweiler barking and barking nonstop, pulling on the chain that held it; and how we throw a piece of meat at him from time to time to shut him up, to have a few minutes of peace and silence.
That metaphor came to me when I was listening to someone repeatedly asking me to give him a reason, the logic to understand something; and in some moments I have, I try to mold the answer in a way that the mind understands and remains calm; but today I felt: if I keep giving meat to this creature, it will be a solution, but it is not sustainable.
And we have all found ourselves in those moments where the mind does not leave us alone, it barks and barks for hours, it stuns us and we end up drained and angry against it. The more we yell at the dog to be quiet, the more it will bark, and throwing bits of reason and logic at it from time to time helps, but not forever.
One of the phrases that marked a change in my meditative practice was to hear that the mind never stops thinking, why? Because it is its nature, it is what it is made for; and it does it well, but we have been bad “owners” and we have left it abandoned and without training, therefore, it has learned to bark and bark without stopping, especially when there is anxiety and a feeling that I must always be alert and defensive , like that poor Rottweiler.
How to tame that beast then? The first step is always compassion, just as we apply love to all our parts. A dog that barks and wants to attack (us) is because deep down he is afraid. Perhaps he was attacked in the past, perhaps he feels that at any moment he will be attacked again, and also, his current owner always keeps him tied up and only throws a bite from time to time to silence him. How can that dog be calm? This is where compassion comes in, trying to understand where that fear that causes the insistence of thoughts comes from, looking further until you reach that pain; and from there begin to love that poor dog.
Once this step is achieved, we can establish trust, yes, trust in our own mind, and that in turn begins to trust us. A dog can also be protection, guide, company, and his barking at the right times can be very helpful. In the same way, our mind is a great tool that can take us very far as that motor that I talked about at the beginning, but without the correct training it will be nothing more than torture for both the owner and the tired animal.
When we have already gained his trust, we can go over and pet the dog, begin training him to walk beside us, instead of always pulling on the leash, so that he sits down and lies down calmly while we work or meditate; and of course, let us know when something is wrong.
There is no reason to fight with our Rottweiler-mind, we just have to understand it and trust its purpose. If we can do this we will have a loyal friend for life.
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